Romper el silencio, honrar a las valientes: Un viaje con los masai contra la MGF
- observatorioumofc
- 21 may
- 2 Min. de lectura

Por Sylvia Ruambo - Dar es Salaam, Tanzania
Community Manager y embajadora del WWO
Desde 2018, la Dra. Sylvia Ruambo, embajadora del Observatorio Mundial de las Mujeres y Community Manager de Tanzania (África), ha emprendido un viaje que le ha cambiado la vida: caminar codo con codo con la comunidad pastoral masái para luchar contra la mutilación genital femenina (MGF), una práctica cultural profundamente arraigada que sigue poniendo en peligro la vida y el futuro de las niñas. Lo que empezó como una desafiante misión se ha convertido en una historia de transformación, valentía y esperanza.
Testimonio de Sylvia:

A través de nuestra campaña de base Twende Umasaini (Vayamos a la comunidad Masái), nos comprometimos a ir al encuentro de la gente, escuchar sus voces y generar confianza. A través de diálogos comunitarios, foros educativos y un compromiso constante, me dirigí especialmente a madres, padres y ancianos para explicarles el dolor y el daño que la MGF causa a las niñas durante toda su vida. La campaña no trataba sólo de condenar la práctica, sino de abrir los corazones y las mentes a alternativas que honren la cultura sin dañar vidas.
Muchos padres aceptaron el mensaje, optando por proteger a sus hijas y romper el ciclo. Sin embargo, otros siguieron resistiéndose, aferrándose a la tradición. Para las niñas en peligro, creamos un camino seguro. Junto con los líderes locales y la Iglesia católica, facilitamos su rescate y acogida en el Centro Kisekibaha, un refugio dirigido por las abnegadas Hermanas del Grial.
Con los años, la resistencia se suavizó. Más miembros de la comunidad, especialmente mujeres, empezaron a ver la luz. Este año, el 6 de febrero, durante la conmemoración del Día Internacional de Tolerancia Cero con la MGF, recibí uno de los honores más conmovedores de mi vida: las mujeres masái me reconocieron como su heroína. Sus palabras, regalos y corazones abiertos fueron más que una recompensa: fueron una señal de que el cambio había empezado a florecer de verdad.
Esta campaña no ha estado exenta de dolor, pero ha estado llena de sentido. He visto cómo se salvaba a niñas de la mutilación, cómo las madres se convertían en protectoras y cómo las comunidades empezaban a reescribir su historia.
Una de las niñas rescatadas dijo con lágrimas de alegría en los ojos:
Me habéis ayudado a escapar del cuchillo y a encontrar mi voz. Quiero ser maestra para poder proteger a otras niñas como yo.
Aún nos queda un largo camino por recorrer, pero creo en el poder de la educación, la fe y la acción colectiva. Y creo en las niñas, en las valientes que rescatamos y en las aún más valientes que siguen esperando su libertad. Dejemos que todas las niñas crezcan libres e íntegras.
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