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Mi historia como Embajadora del Observatorio Mundial de las Mujeres

El conmovedor encuentro con Diana, una joven madre de la barriada de Kibera


Por Hna. Maureen Ogundeph


Kibera es una de las 8 divisiones del área (metropolitana y provincial) de Nairobi en Kenia y un barrio de la ciudad de Nairobi, a 6,6 kilómetros (4,1 millas) del centro de la ciudad. Es la barriada más grande de Nairobi y la mayor barriada urbana de África.

 

La mayoría de los habitantes de la barriada de Kibera viven en la pobreza extrema y las tasas de desempleo son elevadas. Son frecuentes los casos de agresiones y violaciones. Hay pocas escuelas, y la mayoría de la gente no puede permitirse la educación de sus hijos. El agua limpia escasea. Las enfermedades causadas por la falta de higiene son frecuentes. La gran mayoría de los habitantes de la barriada carecen de acceso a servicios básicos, como electricidad, agua corriente y atención médica.


El Gobierno inició un programa de limpieza para sustituir la barriada por un distrito residencial de apartamentos de gran altura y reubicar a los residentes en estos nuevos edificios una vez terminados, que aún están en construcción.

 

Mi misión como Embajadora de la WWO


Como embajadora del Observatorio Mundial de las Mujeres, cuyo objetivo es dar visibilidad a las mujeres, especialmente a las más vulnerables que parecen ser invisibles, en razón de su sufrimiento y por su potencial, me siento llamada a responder al grito silencioso y fuerte de estas mujeres.

 

Una conmovedora historia de ayuda


La historia de Diana, una mujer de 33 años con dos pares de gemelas, me emocionó mucho. La conocí con sus gemelas de 9 años, ambas ciegas, en octubre de 2022. Estábamos visitando a las mujeres en Kibera en compañía de Monseñor José Antonio, ex Secretario del Nuncio en Kenia, y Patricio Caruso, Consultor del Observatorio Mundial de las Mujeres. Diana se movía con sus queridas niñas ciegas tirando de ellas con ternura y compasión hacia un pasillo muy estrecho donde tenían una pequeña habitación que les servía de residencia. Me acerqué a Diana, hablé con ella y tomé su contacto.


Diana me narró entonces cómo sus hijas se quedaron ciegas: "Nacieron prematuras y permanecieron en la incubadora de la guardería durante 3 meses".


El médico le confirmó que sus cerebros se estropearon en la incubadora de la sala de bebés porque utilizaron oxígeno durante mucho tiempo, lo que estropeó las venas del cerebro que están conectadas a los ojos, cosa que no entiendo cómo pudo ocurrir, ya que se supone que las incubadoras son seguras para los bebés. Una de las gemelas habla y puede expresarse aunque no con total claridad, la otra, en cambio, no puede hablar y usa gestos para expresarse.


A pesar de su pobreza y su dolor, se mostraba serena y muy receptiva, así que empecé a mantenerme en contacto con ella para compartir y escucharla, y a veces conseguía que las mujeres católicas y otras laicas de los alrededores me ayudaran a encontrar formas de ayudar a Diana, que no sólo necesita elementos de primera necesidad como comida, alojamiento y ropa, sino también un oído atento para poder compartir su experiencia y su día a día.


Haciéndole una visita en noviembre de este año, descubrí que Diana no tiene nada para mantenerse y sus hijos son 4. Tuvo los dos primeros gemelos cuando todavía era una adolescente en la escuela, uno acaba de hacer su examen final en la escuela primaria, y está seguro de aprobar sus exámenes, pero no sabe si conseguirá lo necesario para entrar en la escuela secundaria. El otro gemelo ha abandonado la escuela, ya que el estilo de vida también es muy exigente para él.


Diana reza y espera conseguir algún día un pequeño capital para iniciar una actividad sencilla que pueda mantenerla y ayudarla a cuidar de sus hijos.


En mi misión de dar visibilidad a mujeres como Diana, cuyas historias a menudo se pasan por alto, he descubierto que el acto de ayudarlas, escucharlas y estar a su lado ha transformado no sólo sus vidas, sino también la mía.


A medida que continúo mi viaje como embajadora, entiendo que el impacto va más allá de la ayuda tangible; se trata de empoderar a las mujeres, darles voz y fomentar un sentido de comunidad y comprensión. La misión del Observatorio Mundial de las Mujeres se ha convertido en un catalizador para el crecimiento personal y colectivo, recordándome que el verdadero cambio se produce cuando nos unimos para apoyar y alzar a quienes más lo necesitan.

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