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De la pobreza a la esperanza... de la discriminación al compromiso

La Sra. Rosalie Toure en una reunión del Grupo de Madres Catequistas


Thérèse Arama (Embajadora del WWO)


Las cosas pueden cambiar, LS, §13


Rosalie Toure y su hija Sia Claude, ambas cristianas y residentes en Malí, se encontraron en una situación muy precaria tras ser abandonadas por el cabeza de familia. Rosalie y su hija estaban excluidas de la vida social a causa de la pobreza, y nadie estaba allí para apoyarlas. Para mantener a sus hijos, Rosalie combatía realizando trabajos esporádicos, como limpiar oficinas y vender cacahuetes. A pesar de su difícil situación, consiguió matricular a todos sus hijos en la escuela, pero sólo Sia Claude aprobó el bachillerato con mención de honor, lo que le habría permitido obtener una beca para ir al extranjero. Sin embargo, al carecer de medios para pagar las tasas exigidas, perdió esa oportunidad.


El punto de inflexión en sus vidas se produjo cuando la Sra. Rosalie pidió ayuda a la Hermana Thérèse, Directora de Estudios de la Universidad Católica. Tras consultar a su comunidad, la Hermana Thérèse pidió a los padres de los estudiantes más ricos que se hiciesen cargo de la matrícula de Sia Claude en finanzas-contabilidad. A cambio, la madre se comprometía a comprar el vestuario universitario, y la Hermana Thérèse se encargaba del transporte del acompañamiento de Sia Claude. La matriculación de Sia Claude en la universidad marcó un punto de inflexión decisivo para ella y su madre.


Un día, Sia Claude le hizo a la Hermana Thérèse una pregunta fundamental: "¿Qué quieres de mí y qué regalo puedo hacerte? La respuesta de la Hermana Thérèse fue sencilla pero contundente: "Lucha por tener éxito en tus estudios y, cuando termines, ayuda a otras chicas en tu misma situación". En respuesta, Sia Claude se comprometió a ayudar a tres chicas necesitadas en cuanto recibiera su primer sueldo.


Sia Claude terminó la carrera con éxito siendo la primera de su promoción. La Hermana Thérèse continuó movilizando a padres para que Sia Claude pudiese proseguir con un máster. Gracias al programa, Rosalie y Sia recibieron apoyo psicológico, espiritual y económico, además de visitas periódicas a domicilio. Poco a poco, sus vidas se transformaron: pasaron de la tristeza a la serenidad y recuperaron un lugar activo en la comunidad.


Hoy, Rosalie participa en el grupo de catequesis de madres y ayuda a mantener la iglesia, mientras que Sia sigue siendo la mejor de su clase en finanzas y contabilidad en la universidad. Su compromiso y transformación se ponen como ejemplo en la comunidad. Sia ha recibido incluso un premio a la excelencia, lo que refuerza la admiración que ha generado su trayectoria.


Esta experiencia demuestra la importancia del acompañamiento espiritual y de la escucha atenta. Como embajadora del Observatorio Mundial de las Mujeres (WWO), esta historia me ha enseñado a combinar la fe con acciones concretas para ayudar a las personas más vulnerables a salir de su precaria situación. Mi comunidad se implica ahora más con las familias necesitadas, ofreciéndoles un apoyo duradero.

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