Chantal de camino al trabajo con su pesado recipiente con plátanos encima de la cabeza
Béatrice Nyirabemera (Embajadora del WWO)
A sus 32 años, Chantal trabaja como vendedora de plátanos en las calles de Ruanda. Béatrice la conoció en 2022, el día que le compró plátanos. Cuando Béatrice se acercó a Chantal, le impresionó la enorme bandeja de plátanos que llevaba en la cabeza y la dificultad que tenía para ponerla en el suelo. Al ver las dificultades que experimentaba para ejercer su negocio, Béatrice decidió preguntarle por su vida.
Chantal le explicó que no ha tenido elección, se ve obligada a dedicarse a este comercio para sobrevivir. Nunca fue a la escuela por culpa de su madre. En lugar de hacerle estudiar, como siempre recomendaba su tía, su madre la destinaba continuamente al trabajo doméstico. Harta de los malos tratos de su progenitora, decidió abandonar el hogar familiar a los 15 años para trabajar como empleada doméstica. Tras cinco años de trabajo, perdió su empleo al morir su jefa. Como no podía volver a casa de su madre, aceptó la solicitud de concubinato de un hombre que le ocultó que estaba casado. Transcurrido un año de matrimonio, su marido la echó, abandonándola con un hijo. Fue entonces cuando se encontró en la calle. Después de un año de vagabundeo, ansiosa por librarse de la necesidad, volvió a emparejarse con otro hombre. Pronto se quedó de nuevo embarazada y tuvo un segundo hijo. Sin entender muy bien por qué, este otro hombre también la abandonó. Tras su marcha, no tuvo más remedio que convertirse en vendedora de plátanos para mantener a sus dos hijos.
Chantal durante su clase de costura
Movida por la compasión hacia Chantal, Béatrice se comprometió a ofrecerle formación profesional. Pidió a una costurera que conocía que la formara gratuitamente, y un benefactor le regaló una máquina de coser. Desde entonces, Chantal aprende a coser durante el día y vende plátanos por la tarde. Gracias a Béatrice, embajadora de la WWO, Chantal renace a la vida, incluso teniendo dificultades aún para pagar el alquiler, solo que sus hijos siguen sin estar escolarizados. Vagan por las calles mientras ella trabaja. Teme que se conviertan en delincuentes si no consigue inscribirlos al colegio, pero trabajará duro para evitar que esto suceda.
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